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miércoles, 23 de marzo de 2022

La noche y el día

(Publicado el 18 de marzo de 2022)

Debo reconciliarme con mis fantasmas. Soy una de tantas personas diagnosticadas de problemas de salud mental.

Mi ascenso a la locura está producida por el consumo de alcohol, una baja autoestima, un estado de alerta constante, un escuchar que están hablando de mí... hasta que todo ello produjo una explosión que hirió a una persona.

A partir de aquí todo fue cuesta abajo. Un ingreso en prisión (14 meses) donde conviví con presos, algunos de ellos también con diagnósticos psiquiátricos, en el área de psiquiatría. No solo fueron esos 14 meses, también fue el diagnóstico de psicosis, a partir de un maldito brote psicótico.

Comienzas a analizar la situación: no duermes por las noches por aquel gran sentimiento de culpabilidad; a medida que vas avanzando, te vas dando cuenta de que aquello que en un principio no tenía importancia ahora se vuelve importante. Pequeñas cosas como la libertad, que no valoramos porque no solemos vernos privados de ella… o la amistad.

Pero volvamos a poner la atención en el acto seguido de la prisión. Por suerte ingresé en un psiquiátrico, allí las normas son más laxas, digamos que se encaminan a reconstruir de nuevo tu personalidad.

Podríamos decir que vuelves a nacer. Vuelves a respetarse a ti mismo y a los demás, a volver a crear lazos familiares, porque aunque te comprendan, siempre existe la duda… volver a la vida en un psiquiátrico no es un paseo, pero tampoco una tortura.

Eres una persona que comienza a asumir que tiene un problema, y que este problema puede proceder de más lejos. Hay conceptos que cambian como bajo la luz de un prisma y conceptos que se te escapan como agua entre las manos. Estos conceptos te los encuentras día tras día, porque tienes que convivir con una minusvalía (no estoy diciendo que no seas apto o capaz para el día a día, sino que el concepto que tenías antes de ti mismo te la han variado completamente de la mano de las nuevas etiquetas). Y eso puede ser tanto un hándicap como un querer esforzarse más.

Me preguntaréis: ¿Qué es un psicótico/a?

Pues alguien que teme constantemente a sus propios demonios. Hay quién los exorciza y eso constituye una gran victoria y hay (la gran mayoría) que convive por obligación con ellos… pero se aprende más de una derrota que de una victoria. Conviviendo con ellos, eres más transigente contigo mismo. Afrontas los problemas de otra manera; si el problema tiene solución, ¿por qué preocuparse? Si no, también. Esto, que suena como una cháchara banal, es muy importante tenerlo asumido, de lo contrario se vuelve como una bola de nieve que va rodando hacia abajo y volviéndose más grande.

A lo mejor me diréis: Esta es una vivencia propia. Existen otras y otros puntos de vista.

¡Cierto! Pero todos pasan por lo mismo y todos cargan a menudo con un bagaje tragicómico. Si, he dicho tragicómico, porque no hay nada más sano que reírse de esta enfermedad para tu propia salud mental. Y ya se sabe que las cosas tomadas con humor distan mucho, pero mucho, de hacerlo sin un guiño a esta pequeña inflexión, y reflexión.

Solo desearía que la gente se de cuenta de que hoy por hoy existe mucha gente atacada por el padecimiento mental y las etiquetas de esquizofrenia, bipolaridad, manía, manía esquizofrénica… todas más malas que buenas (al principio) pero después, con una medicación y un entorno adecuados te centras.

La pregunta es de imposición obligada. ¿Volvería a hacer daño?

Una persona me dijo: No te tengo miedo porque sé que no me harás daño.

Y eso hace que luches para que no se vuelva a repetir, pero sabiendo lo que sé ahora.

Si me preguntases: ¿te sientes culpable?

Te diré, sí, no hay noche que no tenga pesadillas, y aquella escena se repite a cámara lenta y no soy capaz de pararlo.

Me diréis: El que la hace la paga.

Totalmente de acuerdo. Yo soy el primero en adherirme a este concepto, pero ha gente con padecimiento mental sufriendo el estigma de los diagnósticos psiquiátricos y eso la sociedad no lo sabe respetar todavía porque en el fondo la gente “normal” se asusta cuando se habla de estas etiquetas y:

¡Atención amigo! A todos nos puede tocar esta lotería nadie, pero nadie, esta libre de tener un brote psicótico un hijo/a con psicosis…

Un mundo que solamente descubren los elegidos.

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