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lunes, 30 de octubre de 2023

La voz de Juanjo

Juanjo es uno de los miembros de nuestro colectivo, Locomotora21. Hace algunos años sufrió un ictus que le ha provocado afasia, es decir, una altísima dificultad a la hora de hablar o escribir.

Sin embargo, Juanjo puede entender perfectamente todo lo que se le dice, y no tiene demasiadas dificultades para leer. Su pensamiento también discurre con normalidad. Resulta muy frustrante tener cosas que decir y no poder hacerlo, pero eso no detiene a Juanjo, que trabaja duro y con gran persistencia para recuperar sus facultades dañadas. Quería contar su historia y para ello necesitaba una voz prestada, así que nos reunimos una tarde en los jardines del retiro y, con paciencia, conseguimos desgranar este relato, recuperando esa voz que, de momento, requiere de ayuda externa para expresarse. Solo es cuestión de tener algo que decir y ganas de escuchar.

Así que, sin más, os dejo con Juanjo para que os cuente él mismo su historia:

Era el año 2014, y yo vivía en Madrid. Durante tres días, me sentí muy raro, mareado, confuso. Vinieron a verme mis padres, y, en un momento dado, noté que me fallaban las piernas, y me derrumbé en mi habitación. No recuerdo bien si seguía consciente. Vino una ambulancia y me llevaron al hospital para una intervención rápida para eliminar el coágulo. Cuando llegué al hospital, yo ya estaba completamente inconsciente.

Mi mujer llamó a mi amigo Michael para que viniera rápidamente al hospital. Mi amigo es osteópata y un gran experto en osteopatía craneal, una terapia alternativa. Cuando recobré el conocimiento, me di cuenta de que apenas podía pronunciar ninguna palabra. Solo si o no. Y me estaban alimentando a base de papillas. Mis sensaciones eran angustia, miedo, rabia, desesperación. Pero nunca me abandonaron las ganas de luchar. Desde el primer momento, decidí que tenía que superarlo.

En ese mismo momento, comenzó un largo periodo de terapia. Solo podía moverme en silla de ruedas. Esto duró unos 5 meses. Entonces empecé a rechazar la silla de ruedas y a negarme a seguir usándola. Poco a poco me fui liberando de la silla y empezando a poder moverme trabajosamente por mí mismo. Yo estaba totalmente empeñado en recuperar todo lo que pudiera de mi anterior vida. Era casi una obsesión. Eso me daba fuerzas.

La afasia, sin embargo, continuaba igual. Solo si o no. Y eso era muy frustrante. Volví a mi casa, con mi mujer. Durante 10 largos meses más, acudí diariamente 8 horas al centro de rehabilitación, aunque seguía sin poder expresar nada más. Mi amigo Michael me ayudaba también por su parte con su experiencia.

Después me trasladaron a otro centro. En este nuevo centro las cosas empezaron a cambiar. Durante los dos años y medio que estuve recibiendo terapia allí, me fui recuperando poco a poco. El primer año, casi no podía caminar, y también me costaba coger objetos. Con muchísimo esfuerzo, muchos ejercicios de rehabilitación, poco a poco fui consiguiendo volver a poder caminar y recuperar bastante movilidad. Como para poder valerme por mi mismo. Mi lado derecho está, de momento, semiparalizado, pero el izquierdo funciona con normalidad.

También recibí todos los días 1 hora de terapia con mi logopeda Isabel. Pero la recuperación de la afasia parecía que iba a ser mucho más lenta. Apenas recuperé un poco de capacidad de expresar alguna palabra más. También me resultaba casi imposible escribir. Además, me costaba mucho leer. Es muy curioso, porque en todo este tiempo, no he perdido la capacidad de entender todo lo que se me dice. Eso resulta muy frustrante. Te sientes totalmente incomunicado.

Mi mujer y yo nos separamos. Yo me fui a vivir a Sitges, donde había vivido muchos años cuando niño. Era el año 2018. Allí pasé 6 meses viviendo en casa de mis padres. Ya no acudía a ningún centro de terapia, pero, por mi cuenta, trataba de leer todos los libros que podía, libros de logopedia, cuyos ejercicios, además, me aplicaba a mí mismo. Cada día iba notando una pequeña mejora.

De repente, un día, comencé a poder leer sin ninguna dificultad. Fue una alegría tremenda. No podía parar de llorar. Era posible salir de mi situación. Y lo estaba consiguiendo con mi esfuerzo y con mis propios medios. También iba consiguiendo, pero eso más despacio, aumentar mi capacidad de expresar palabras. El vocabulario lo tengo, pero no soy capaz de acceder a él.

En el año 2021 me uní al grupo Locomotora21, de Sitges, donde, con ayuda de mis compañeros, he podido contar esta historia que todavía no ha terminado, pero que augura un buen final.

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